Cuando en la noche te envuelven
¡Joder!, que ni de noche, ni de día que las tripas se me revuelven,
¡Joder!, que ni de noche, ni de día que las tripas se me revuelven,
las alas de tul de sueño
que no hijo que no, aunque le pongas mucho empeño
y tus tendidas pestañas
no son mías, es que tú, rimmel, engañas
semejan arcos de ébano
a mí me gusta más el pérgamo
por escuhar los latidos
lo mío no son latidos son chillidos
de tu corazón inquieto
si con la tensión baja, apenas lo siento
y reclinar tu dormida
con la tórticolis estoy jodida
cabeza sobre mi pecho
anda, anda y vete derecho
diera alma mía,
¡Y dale, que ni tuya, ni de tu tía,
cuanto poseo,
si no tienes más que deseo
¡la luz, el aire
te devuelvo un desaire
y el pensamiento!.
y un sarmiento..
(Gustavo Adolfo Bécquer)