Allí estábamos las dos, una frente a otra, saboreando unos deliciosos helados de fresa y vainilla. Paula me observaba por el rabillo del ojo y con la parsimonia a la que me tenía acostumbrada me soltó:
-Mira chica, deberías cuidarte un poco o más o tu apuesto y simpático bomboncito se buscará a otra.
Como siempre, tenía razón. Iba inmaculadamente vestida, peinada, maquillada y a pesar de su cuarentona edad lograba despertar la curiosidad del sexo masculino. Ella bien lo sabía y se sentía satisfecha con ello.De pronto percibí en su cara un ictus de miedo al que no me tenía acostumbrada.
-¿Sabes?, estoy bastante preocupada, me dirás que es una más de mis rarezas pero desde hace unos días siento la presencia de alguien que me sigue. Me siento observada.
-¡Bobadas!. Serán imaginaciones tuyas. Le contesté.
-¡No, no lo son!. Recibo mensajes y llamadas anónimas.
-¡No, no lo son!. Recibo mensajes y llamadas anónimas.
-Será algun conocido tuyo con ganas de bromear.
-Imposible, no creo a nadie cercano a mí capaz de actuar de ese modo. Además los mensajes no son nada agradables.
-Imposible, no creo a nadie cercano a mí capaz de actuar de ese modo. Además los mensajes no son nada agradables.
De forma precipitada extrajo de su bolso varios trozos de papel arrugado que acercó hasta mí.
-¡Toma, léelos, no tienen desperdicio.!
Tenía razón aquellos mensajes podrían poner la carne de gallina a cualquiera.
-Deberías ir a la policia, nunca se sabe, podría tratarse de un tema serio. Pago y te acompaño.
Se la veía nerviosa, no paraba de mirar de un lado al otro.
Bajo un acolchonado cielo que presagiaba una lluvia intensa nos encaminamos con paso ligero hasta la comisaría más próxima, de pronto oí un sonido seco a nuestras espaldas y descubrí a mi querida amiga sangrando, tendida sobre el asfalto. Todo sucedió muy rápido, mis gritos pidiendo auxilio, los transeuntes rodeándonos sin dar crédito a lo que estaban viendo, el cordón policial, el sonido de la ambulancia y el traslado urgente al hospital.
Tras unas horas de intensa espera, que a mí me parecieron una eternidad apareció el cirujano que la había operado con palabras tranquilizadoras:
-Señor , su mujer ha tenido suerte, la bala no ha dañado ningun órgano vital, la recuperación será lenta pero no le quedarán secuelas físicas.
El esposo no habló, se limitó a estrechar su mano y a mirarlo con ojos agradecidos.
Javier amaba mucho a su esposa, se conocieron en el instituto y desde entonces no se habían separado. Durante esa eterna espera parecía haber envejecido, no soportaba la idea de perderla.
Despues comenzó toda una avalancha de interrogatorios, la policía científica nos abrumó con todo tipo de preguntas para intentar esclarecer los hechos, personas de su entorno más próximo y no tan próximo tuvieron que someterse a los mismos.
Los días de recuperación de mi querida amiga se sucedieron con una calma tensa, todas las mañanas me acercaba a visitarla al hospital e intentaba animarla, charlábamos de cosas triviales, apenas mencionábamos lo que le había sucedido, percibía que ella quería escapar de todo aquello, olvidarlo aunque el dolor físico y psíquico se lo recordasen una y otra vez.
Estaba recostada sobre mi cama, sufría un fuerte dolor de cabeza cuando escuché el sonido del teléfono, acudí rauda a su llamada, del otro lado de la línea pude escuchar la familiar voz de ella se la notaba mucho más alegre y calmada:
- Paula gritó de tal forma que tuve que separar el auricular de mi oido. Han encontrado al autor de los hechos,no podrías imaginar quien era.
-¿Quien?, venga suelta, no te hagas de rogar, ¡me tienes en ascuas!.
-Se trata de Adrian, Adrian Falcó, mi excelente, comprensivo y confidente amigo Adrian. Al conocer la noticia no podía dar crédito , nunca lo hubiese creído capaz de hacer algo así. La policía encontró un santuario de fotos mías en su casa.¡Un pervertido sexual al que se le fue la olla por mí!.Mi marido está destrozado, era su mejor compañero de trabajo, fueron ellos dos, si recuerdas,los primeros fundadores y socios de la empresa.
-¿Dime, dónde lo han detenido?.
-¡Oh, querida!, no ha sido necesaria la detención, lo han encontrado hecho un fiambre en la cocina de su casa, al parecer al verse acosado por el cerco policial se ha suicidado pegándose un tiro en la sien. No puedo quitarme de la cabeza su sonrisa tierna y encantadora, desde luego y definitivamente muchas veces la vida termina por sorprendernos.
-Por cierto, cambiemos de tema,¿cuándo te darán el alta?.
-Si todo va como hasta ahora dentro de un par de días, así que vete preparando.¡ Adios!.
-¡Chao, hasta pronto!, cuídate.
Estaba féliz de volver a casa, su marido le había hecho el amor con lujuria y pasión, se sentía dichosa de tener una vida casi perfecta. El dormitaba a su lado mientras ella lo observaba, sus delicados rasgos, sus largas manos, su hermosa piel bronceada todo en él le resultaba sensual.
Sintiéndose observado basculó su musculoso cuerpo y se la quedó mirando.
-Eres preciosa, siempre estuve seguro de compartir mis dias contigo. Paula cariño, necesito tu ayuda, mira, las cosas no han ido tan bien en la empresa como nos hubiera gustado, hemos tenido que maquillar algunas cifras, mañana hay una junta directiva y debo convencer a los socios de la estupenda salud de nuestras cuentas, tú debes formar parte de ese juego, a ti te creerán , todos confían en tí.
No supe qué contestarle, mi cerebro era un tiovivo procesando la información recibida.
-Pero amor mío, ¿qué me estás diciendo?, no podemos hacer eso sería una locura antes o despues nos descubrirían y acabaríamos en la cárcel. Será mejor poner a todos al corriente de la verdad.
-Eso nunca, no lo puedo creer, hablas igual que tu amigo Adrian.
En ese momento un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, todo en él cambió, se puso como loco gritándome lo que debía hacer; intenté zafarme de sus poderosos brazos que intentaban estrangularme pero fue inútil, continué forcejeando , le propiné toda clase de pellizcos, patadas, no se de donde saqué fuerzas pero logré esacabullirme. Bajé precipitadamente las escaleras y tuve el tiempo único de marcar en mi móvil el número de teléfono que me salvó la vida. Me encerré en el sótano y esperé horrorizada la llegada de la policía mientras él intentaba derribar la puerta gritando una y otra vez ¡te mataré!, acabaré contigo ¡zorra asquerosa!, acabaré con todo aquel que se interponga en mi camino. Te lo he dado todo, todo lo que eres me lo debes a mí y así me lo agradeces.
Ha pasado mucho tiempo de lo sucedido pero todavía no he logrado recuperarme, aun retumban en mis oidos esas amenazas ensordecedoras que me estremecen en mitad de la noche.