
La merienda no perdono,
en Primavera, Verano en Invierno o en Otoño,
¡la mejor, la de pequeña!, en mi pueblo.
Esas tortas con azúcar,
los ochíos con pimentón,
que mis abuelas amasaban con dulzura
y con tesón.
La Natacha, la onza de chocolate,
los picatostes con gaseosa,
la merienda de la infancia,
toda me parecía sabrosa.
Merienda, ¡cómo has crecido!,
has crecido como yo,
pero me sigue gustando
a las cinco en un rincón,
de esa mi linda cocina
donde la preparo yo.
La merienda no perdono,
siempre me chifla disfrutar
¡de ese mi momento frugal
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