La he notado, la percibo desperezándose, asomando su carita sigilosa y juguetona entre los restos del imperturbable invierno. ¡Ahí llega!, revoltosa, ¡que sí!, ¡que no!, indecisa, caprichosa, con su maleta metereológica.
Se sabe deseada y se retuerce orgullosa , contorneándose entre los recodos de las vidas que la esperan, con su luz, su suavidad, su templanza , su quietud, va despertando a su paso miradas lascivas y envidiosas.
¡Despereza al mundo !, sin gritar,tiernamente lo despierta, pincelando de colores cielos, campos y jardines, inundando el aire de hermosos y penetrantes olores , bombardeando , pletórica, nuestros oidos con trinos, sevillanas, voces, tambores y saetas.
Es el tiempo del amor y los almendros en flor; ahí puedes observar sobre el cesped mullido de húmeda hierba a parejas que retozan meciéndose entre susurros mientras frágiles mariposas revolotean entre ellas.
Y es el tiempo de las alergias. Polen por aquí, por acá y acullá. Estornudos, lagrimeos que te hacen terminar en una terrible rabieta.
Amapolas, rojas amapolas, jaramagos, amarillos jaramagos, ¡flores de mi Primavera !, floreciendo sobre el campo de mi infancia entre gritos de chiquillas agoreras.
La luz y el suave calor nos invitan a salir, a besar, a chillar, a jugar, a presumir, a pasear y a eludir el arropo y el refugio del triste invierno. Salgamos a las calles . ¡Utilicemos nuestros sentidos!, y saboreemos esta efímera estación que ya está aquí.