viernes, 8 de abril de 2011

LA CARTA


Era viernes, ¡por fin!, llegué a casa cansada despues de una agotadora semana de carreras y estrés. Introduje apresuradamente la llave en la cerradura del portal y caminé hasta la altura de los buzones, automáticamente y como habitualmente hacía recogí la correspondencia y dentro del ascensor le eché apáticamente una rápida hojeada. Publicidad, facturas, y....un sobre con un remitente desconocido.

-Se habrán equivocado, pensé.

Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando en su reverso figuraban mis datos como destinataria totalmente correctos. Casi rompí la carta que contenía su interior, me detuve en el descansillo de la puerta de casa y leí con avidez extrema:

¡Querida hija!: No sabes cuánto me ha costado decidirme a escribirte y contarte la verdad que me ha estado consumiendo durante todos estos años. Yo apenas era una chiquilla cuando quedé embarazada,no supe qué hacer, mi familia me repudió, ¡eran otros tiempos llenos de prejuicios y tabúes!; al principio quise abortar pero al sentir tu calor dentro de mi vientre no pude y resolví darte en adopción. Nunca me lo he perdonado y no se si tú serás capaz de hacerlo conmigo algun día.

Desde que te separaron de mis brazos para entregarte a una familia desconocida a la que siempre envidié me propuse reencontrarme contigo y poder volver a acariciarte y sentir tu gratificante olor. He dedicado mi vida a buscarte y por fin te encuentro.

Siento miedo, mucho miedo de que no quieras conocerme ni saber nada de mí, pero si es así lo entenderé, respetaré tu opción y me seguiré manteniendo en el extraradio de tu vida.Aquí, tus tres hermanos y yo anhelamos verte y mostrarte nuestros sentimientos latentes durante todo este tiempo.

Te adjunto mi email y mis teléfonos de contacto,la decisión es sólo tuya. Te quiere,tu madre: Julia.


Las piernas me temblaban, difícilmente me sostenían en pie, no podía dar crédito a lo que acababa de leer, aunque siempre lo había sospechado; esas conversaciones furtivas entre mayores, cuando yo no era más que una cría, interrumpidas por un silencio mudo al verme llegar, los rumores y habladurías de mis compañeros del colegio, las preguntas sin respuesta de los padres que me criaron y se desvivieron por mí , ¡todo!, ¡cómo pude estar tan ciega y negarme la verdad una y otra vez!.

Mi vida se había derrumbado en cuestión de segundos, necesitaba tranquilizarme, pensar calmadamente y tomar una decisión que para siempre habría de cambiar el rumbo de mi existencia.



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